Antes del debate la pregunta era cómo se iban a diferenciar para presentarse ante el electorado como distintos entre sí; máxime cuando desde el orden nacional de Juntos por el Cambio se promovió un código de convivencia para no herirse internamente y dejar una mala imagen del espacio. La más nítida fue la solvencia parlamentaria y discursiva de Elías de Pérez, que se mostró más cómoda que sus pares en el debate, además de ser la que más chicaneó a sus socios. Así lanzó un dardo político entrelíneas a Ramiro Beti: “no te dejes kirchnerizar”, le espetó refiriéndose a los actos masivos que realiza Alfaro. Y aunque le dijera “amigo”, lo suyo fue un golpe a la tradición movilizadora del jefe municipal. El presidente del PRO atinó a defenderse atacando al kirchnerismo, acusándolo de los problemas del país y, a la vez, respaldando la gestión de Macri. Sánchez supo mantenerse ajeno a “la disputa” de sus colegas pero aprovechó su condición de intendente para fijar diferencias con la gestión nacional y provincial al pedir la reducción del gasto político y cuestionar el presupuesto legislativo. Elías de Pérez siguió golpeando a sus contrincantes; lo hizo al sostener que los intendentes han caído en lo mismo que el oficialismo: explotar los planes sociales como instrumento clientelar. Y fue más allá al atacar también a la esposa de Alfaro, Beatriz Ávila, al recordar que dejó el bloque de Cambiemos, aunque sin mencionarla. “Votó en contra de la reforma judicial”, la defendió Beti, dejando pasar que hace pocas horas la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, la aplaudió por su regreso al interbloque. Si algo quedó claro es que Elías de Pérez centró sus diferencias con el alfarismo, lo que sugiere que es el espacio con el que estiman que se disputarán la victoria en las PASO. Sánchez puso el acento en que no serán testimoniales y Beti recordó que el PRO, el partido de Macri, cerró con el PJS.

El debate de Juntos por el Cambio: la rivalidad se expresó en los extremos